La peregrinación hasta Los Alcázares en los dias más calurosos del verano es seguramente muy anterior a esos siglos,y podemos pensar que surgió como una necesidad de huir del calor sofocante del verano que se sufría (igual que hoy) en las tierras cercanas del interior,y disfrutar de una temperatura más benévola a la orilla del mar.
Barracas a principios del siglo XX |
Sobre el origen de estas fiestas,Jose Ramón Berenguer,el arquitecto que excavó y estudió la villa romana de Los Alcázares,escribe en 1860,lo que realmente parece una crónica de cómo transcurren los dias para un veraneante del siglo XXI:
A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX,que es cuando comienzan a aparecer fuentes escritas, periodísticas sobre todo,que hacen referencia al evento,la fiesta va tomando cada vez más envergadura,hasta el punto de que,en 1881 el ayuntamiento de San Javier decide aplicar una tasa por instalación de las casetas de los feriantes,dando carta de naturaleza institucional por primera vez a esta tradición ancestral.El Conde de Roche,en cuyos terrenos tenía lugar el acontecimiento,mantuvo durante algunos años un pleito con ese ayuntamiento en una disputa por los pingües ingresos que podía generar la feria,que finalmente ganó,allá por 1889 el aristócrata.
Para entoces Los Alcázares ya se estaba convirtiendo en un pequeño pueblo,y en la calle que sería llamada con el tiempo de la Feria,paralela al mar y perpendicular al actual Paseo de la Feria,es donde se colocaba el nucleo principal de tenderetes y casetas,con unos visitantes cuyo número ascendía,según un corresponsal de la época, en lo que se trata sin duda de una exageración, a unas 17.000 almas.Para este cálculo el autor dice haber "gratificado a un hombre que ha contado los carros y me ha dicho que hay 3.950....y calculando cuatro personas por cada uno...".Quizá la persona encargada de contar los carros lo hizo un poco grosso modo,porque cuesta creer que se tratara de una concentración tan numerosa,sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría venían desde varios kilómetros de distancia,por no decir que parece una estampa a enmarcar en la más pura tradición de la picaresca española.
Ya en aquellos años,el mismísimo Don Emilio Castelar,con cierta socarronería, habla en un periódico de esa concentración como "fiesta silvestre".Pero en años sucesivos fue la burguesía y la aristocracia de Cartagena y Murcia las que se fueron sumando al evento,comenzandose a construir residencias de verano;y finalmente en 1905 se inaugura el primer hotel de la zona,La Encarnación,y el venir de "veraneo" a Los Alcázares es algo que alimenta el prurito distinguido de las clases acomodadas de esas ciudades.En 1886,un tal Estañ,en un articulo publicado en el Diario de Murcia describe este fenómeno: "Confundidos aquí con la multitud vi una buena parte de la crema de Murcia y Cartagena".
Y esta misma frase,sin duda con bastantes matices,la podríamos encontrar el pasado año publicada en algún periódico, refiriéndose a la afluencia de veraneantes que cada año acuden a su casita adosada en la playa de Los Alcázares.